martes, 9 de junio de 2009

Reflexión de medianoche

Es increible cuando el sentimiento de escribir llega mientras uno está recostado en la cama cuando nuestro cuerpo nos pide aquel descanso nocturno que nos alivia de aquella fatiga que sufrimos como seres imperfectos.

Mi anécdota de ese momento se encierra en un momento de felicidad donde una ligera sonrisa logra asomarse de mi rostro y felizmente mi mente pronuncia el nombre de aquella amada mía. Indudable en el momento que digo que ella es mi razón del estar feliz, dado que desde el día que fui concebido no se me otorgó el don de la felicidad provocada por mí mismo.


Simplemente ella es mi razón del por cual escribo estas pequeñas frases, que si bien, para algunas personas son inexplicables y libres de cualquier entendimiento humano, para mí es el claro destello de aquel sentimiento al que yo llamo amor.

No puedo negar que al momento en el que quise levantarme para ponerme a escribir esto, varios pensamientos, la mayoría esfumados ya, pasaron como ráfagas por mi cabeza. Muchos de ellos me decían que es posible amar a aquella persona, otros más me decían el como expresarlos y por último, el más importante, el por qué de aquella felicidad, aquel pequeño pensamiento que se cree poco importante pero que yo más atesoro, aquel que simplemente no se cansa de repetir el nombre de aquella mujer que es el alfa y el omega de mis pensamientos día a día.

No queda más que terminar este pequeño texto de amor, cual enamorado he llegado yo a caer, no se si maldecir o bendecir a aquel dios griego que por cupido lleva de nombre. Flechazo al corazón y mi alma ha quedado herida y cegada, aquel velo tan delgado y ligero que es imperceptible para uno mismo, sin embargo llega a cambiar nuestro destino.

Solo queda decir, buenas noches amada mía, buenas noches pensamientos y que Morfeo que haga aquel favor de soñarte mientras mi mente se desplaza sobre tus sabanas mientras me convierto en aquella brisa que estas apunto de respirar para convertirme en tu ser, para estar en armonía como uno mismo, hasta que llegue el momento de la exhalación y yo despierte en un nuevo día pensando en volverte a ver...

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